Las horas del manubrio (7)

Las horas del manubrio (6)

¡Qué maneras tan diferentes tienen los hombres de acercarse al mar! Algunos se detienen en la orilla mientras sus pies se hunden en la arena, contemplando con los brazos en jarra el agua que viene y va. Se sostienen el espíritu. El espíritu no sé qué es ni exactamente donde está pero cuando veo a un hombre frente al mar con los brazos en jarra sólo puedo pensar que se está aguantando algo que debe estar muy cerca del alma. Otros hombres, en cambio, no se detienen, ni escuchan las olas, sólo se precipitan. Aparecen ya corriendo y atraviesan el agua como si fuera siempre verano. Estos hombres también deben tener espíritu y alma pero nunca tienen frío. Algunos hombres se mojan primero los pies y luego las rodillas hasta que el agua roza alguna parte de su sexo. No sé que sienten, ni lo que piensan pero dan media vuelta y regresan a su toalla, sin nadar. Otros hombres intentan coger el agua con las manos, pero el mar es gigante y las manos inútiles. Ellos también regresan a sus toallas pero no sin haber sentido antes la caricia, el picor de la sal en alguna herida. Los niños, a diferencia de todos los hombres, siempre que se acercan al mar, tiran piedras.

Las horas del manubrio (5)

Soledad,
aqui estan mis credenciales,
vengo llamando a tu puerta
desde hace un tiempo,
creo que pasaremos juntos temporales,
propongo que tu y yo nos vayamos conociendo.

Aquí estoy,
te traigo mis cicatrices,
palabras sobre papel pentagramado,
no te fijes mucho en lo que dicen,
me encontrarás
en cada cosa que he callado.

Ya pasó
ya he dejado que se empañe
la ilusión de que vivir es indoloro.
Que raro que seas tú
quien me acompañe, soledad,
a mi, que nunca supe bien
cómo estar solo.


Soledad
Jorge Drexler

Las horas del manubrio (4)

Por las noches no puedo dormir. En el centro de mi cama hay un enorme agujero. Cuando consigo agarrarme a la almohada y no caer en él, siento como se me clavan en el cuerpo varios lápices a los que alguien ha sacado punta y sin saber porqué, ha dejado escondidos entre las sábanas. De esta manera: ES IMPOSIBLE DORMIR!!!!!

Las horas del manubrio (3)

Desde hace un tiempo en el metro de Barcelona hay personas que pierden gafas de snorkel, paipais de Tailandia y otros enseres. A través de los altavoces del subterráneo se escuchan las notificaciones de los extravíos y proponen a sus dueños despistados que pasen por las oficinas para recuperarlos. Ayer, mientras me deslizaba por las vías, engullida por los sonidos de las altas voces que, porqué no admitirlo, cada vez me resultan más extrañamente familiares, tuve la idea de pasar por la garita de cualquier estación y detenerme para preguntar a dónde me tenía que dirigir exactamente para reencontrarme con las gafas o el paipai. Mientras imaginaba la cara del encargado al escuchar mi demanda, a mi lado, una pareja de quinceañeros se hacía fotos con una cámara digital. Se colocaban bien juntos, alzaban un brazo y empezaban a disparar derrochando ante el objetivo la imagen más desbordada de la estupidez juvenil. Discutían entre risas mientras miraban el resultado de los disparos. No conseguían que aparecieran en una misma fotografía los dos rostros completos. Probablemente les faltaba distancia pero, como movidos por una energía inagotable, seguían intentándolo parada tras parada. No pude evitar observarlos durante un largo tiempo, completamente convencida de que su primavera particular no les dejaría descubrirme. Al rato, la mujer que estaba sentada frente a ellos les propuso hacerles una foto en la que pudieran aparecer los dos. El chico contestó: “No, gracias. No se preocupe: sólo estamos tonteando”. Al llegar a mi parada volví a pensar en detenerme en la garita de la estación. Quizá allí estuviera esperándome la inocencia que no sé cuando ni de que manera desde hace un tiempo tengo la sensación de haber perdido.


Donde nos llevó la imaginación
donde con los ojos cerrados
se divisan infinitos campos

Donde se creó Ia primera luz
germinó la semilla del cielo azul
volveré a ese lugar donde nací

De sol, espiga y deseo
son sus manos en mi pelo
De nieve, huracán y abismos
el sitio de mi recreo

Viento que en su murmullo parece hablar
mueve el mundo y con gracia le ves bailar
y con él el escenario de mi hogar.

Mar bandeja de plata, mar infernal
es un temperamento natural
poco o nada cuesta ser uno más.

De sol, espiga y deseo
son sus manos en mi pelo
De nieve huracán y abismos
el sitio de mi recreo,

Silencio, brisa y cordura
dan aliento a mi locura
Hay nieve, hay fuego, hay deseos
allí donde me recreo


El sitio de mi recreo
Antonio Vega

Las horas de manubrio (2)

Sobreviviendo a la primavera...

Las horas del manubrio (1)



"Last Train To Columbus"
Arnau Alemany



Dejadme ser imperfecta.
Dejadme odiar.
Dejadme sentir vergüenza.
Dejadme caminar hacia atrás.
Dejadme.
Dejadme contradecirme.
Dejadme decir.
Dejadme aprender.
Dejadme llorar.
Dejadme desplomarme sobre el lomo de una mariposa para sentir mientras volamos como me acarician sus alas e imaginar, así, que alguien al otro lado me besa con los ojos.

Bajo la sombra de una acacia (22)



Si de verdad pudieda ser un pez, me gustaría ser la carpa de la cascada.

Bajo la sombra de una acacia (21)

“En realidad la mayor parte de las cosas que nos ayudan a vivir, las hacemos por amor, y faltos de éste, languidecemos como todo lo que en la naturaleza se marchita…Y sin embargo le queda al hombre, como a los toreros, la esperanza de las reapariciones, de las resurrecciones, el libro nuevo, la obra nueva o el amor donde ya no lo esperaba.

La más prodigiosa de las reapariciones, una verdadera resurrección, es, qué duda cabe, la primavera. La de este año ha llegado un poco antes, acaso porque la ha adelantado nuestro deseo de que llegara. Todo lo que se espera tanto tarda en llegar y, llegado, parece irse demasiado pronto.”


Fragmento de “A la orilla del mundo
Magacine La Vanguardia, 1 de Abril 2007
Andrés Trapiello

Bajo la sombra de una acacia (20)

Dice la razón: Busquemos
la verdad.
Y el corazón: Vanidad.
La verdad ya la tenemos.
La razón: ¡Ay, quién alcanza
la verdad!
El corazón: Vanidad.
La verdad es la esperanza.
Dice la razón: Tú mientes.
Y contesta el corazón:
Quien miente eres tú, razón.
que dices lo que no sientes.
La razón: Jamás podremos
entendernos, corazón.
El corazón: Lo veremos


Parabolas
Antonio Machado

Bajo la sombra de una acacia (19)

Invito a todas aquellas mujeres que suelen señalar el cielo con la punta de algún paraguas a que se suban a la cima de una montaña para, desde allí, escribir cuentos eróticos.

Bajo la sombra de una acacia (18)

Son curiosas las cosas que a veces, sin saber porqué, se echan de menos…

…ahora mismo desearía que apareciera el Hombre del Chándal. Si esto sucediera lo convencería para irnos a tomar una cerveza y un bocadillo de bacon con queso. No en cualquier bar…no!!! Iríamos a ese tipo de bares donde los camareros se sorprenden con nuestras conversaciones y nos miran extrañados cada vez que insistimos en afirmar que “la culpa de ‘to’ lo tienen las canciones de amor". Alternaríamos los bocados con los sorbos y yo, entre tanta delicia, haría el esfuerzo por recordar alguna estrofa de esas que me amartillan la cabeza. Ahora es fácil. Estoy en mi casa, frente al monstruo de Internet, y me basta con hacer una búsqueda en Google y echarte de menos…


Eres como una predicción de las buenas
Eres como una dosis alta en las venas

Y el deseo gira en espiral
Porque mi amor por ti es total
Y es para siempre

Después de ti la pared
No me faltes nunca
Debajo el asfalto

Y mas abajo estaría yo

Después de ti la pared
No me faltes nunca
Debajo el asfalto

Y mas abajo estaría yo
Sin ti

Eres la enfermedad y el enfermero
Y ya me has convertido
En tu perro faldero
Sabes que sin ti
Ya yo no soy
Sabes que a donde vayas voy

Naturalmente
Después de ti la pared
No me faltes nunca
Debajo el asfalto
Y mas abajo estaría yo

Después de ti la pared
No me faltes nunca
Debajo el asfalto
Y mas abajo estaría yo
Sin ti


Shakira

¡¡¡¡¡Si es que es para subirse por las paredes!!!!! Imaginemos a millones de adolescentes berreando como posesas. Si la cancioncita suena muy bien, sí señor, pero… que salga corriendo la Diosa Autoestima, atraviese el cristal, y se tire balcón abajo. Es para pasarle la factura del psicólogo, de los wiskis dobles y de los kilos de maquillaje al personaje que, en un momento de descontrol emocional, decidió vomitar en un papel canciones como esta. Repito la imagen: miles de adolescentes contorneando sus caderas y entre “bum”-“bum” diciendo aquello de “debajo el asfalto.Y mas abajo estaría yo. Sin ti” Tampoco es que nos haya ido tan bien a la generación que nos perdimos con el marcapasos de Marta y los jerseys de rayas, cierto es pero…no quiero ni imaginarme lo que le sucederá a la generación siguiente…Esto más que una canción de amor es una distorsión de cualquier tipo de sentimiento…de cualquiera menos del de amor…en fin…

Señor del Chándal: que le echo de menos y... mi Primavera particular... también!!!!
Y no se preocupe que a su regreso yo le esperaré en el aeropuerto contorneando mi cuerpo al son de alguna canción absurda de Shakira...

Bajo la sombra de una acacia (17)





-Los hombres de tu tierra -dijo el principito- cultivan cinco mil rosas en un jardín y no encuentran lo que buscan.
-No lo encuentran nunca -le respondí. -Y sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua...
-Sin duda, respondí. Y el principito añadió:
-Pero los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón.


El principito
Antoine De Saint Exupéry