Historias de cartón (1)
¿ Y quien soy yo para hablar de honestidad teniendo en cuenta que desde hace un tiempo tengo la sensación de que las historias que escribo en este blog son “como cajas de cartón vacías”? Como no estoy segura de tener ni la experiencia ni la habilidad para saber con certeza que eso pueda cambiar pero, como al mismo tiempo, por ahora, me apetece seguir escribiendo, lo único que se me ocurre es modificar el nombre: si lo que escribo son historias de cartón, así tendré que llamarlas. Ha sido curioso pero hacía días que me merodeaba la sensación de irme alejando de mis historias: seguían partiendo de experiencias personales, de recuerdos, de pensamientos propios pero es como si no fuera yo quien las escribiera. Un día me entró miedo porque me di cuenta de que me faltaban palabras y empecé a utilizar palabras que no eran mías. Otro día me entró miedo porque me di cuenta de la cantidad de faltas de ortogarfía que cometía (algún día llegué incluso a modificar el tiempo completo de una historía para poder utilizar un verbo en una forma en la que estaba segura de saber como se escribía) Y quizá así, poco a poco, me he ido alejando de no sé que para llegar a otro no sé pero que no me gusta nada. Y la sensación se ha vuelto evidencia cuando he hablado con dos buenos amigos que suelen leer este blog y que a su manera también han notado que algo extraño les pasa a las historias del blog. ¿y qué puedo hacer si ayer, mientras leía a J. Goytisolo que decía “Me muero de ganas de escribir, y no sé todavía sobre qué”, a mi sólo me venía a la cabeza la pregunta de por qué las ventosas del Ikea, aún siendo las únicas que no se adhieren completamente a las paredes, insisto en colgar con ellas una bandejita metálica en el fregadero de mi cocina?
1 Comments:
Una casa es una casa, aunque sea de cartón. A mí, personalmente, me gustan más las casas de cartón y las ventosas del Ikea.
Firmado: El lobo
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