Crónica de un garbanzo (3)

No estoy muy segura de qué es lo que intento limpiar cada noche cuando me miro al espejo, me pongo crema y me paso un algodoncito redondo por la cara. No entiendo qué es lo que quiero olvidar del día…quizá es que necesito espacio para poder guardar el día siguiente. ¿Vamos a pasear? No te preocupes: mañana lo olvidaré todo porque esta noche volveré a pasarme el algodoncito por la cara y además… tú eres ese tipo de hombres que nunca olvidaría su cepillo de dientes en una casa como la mía, aunque te esfuerces en espiarme a través de las ventanas, aunque sepas que me gusta que me espien, aunque empieces a saber demasiadas cosas sobre mi, nunca olvidarías nada que te hiciera volver. Así que puedes seguir viviendo tranquilo aunque esta tarde quiera que volvamos juntos a pasear. Esta noche me lavaré la cara y mañana volveré a cambiar las sábanas y la casa empezará a llenarse otra vez de bichitos, irremediablemente, porque sigue siendo primavera.

Ahora viene un “mientras tanto”.

Mientras tanto, déjame seguir pensando en que quiero irme de esta ciudad. Déjame despedirme despacio, de ella y de mi, cuando todo me parece tan de mentira que sólo me acuerdo de que casi todo sigue siendo un poco de verdad al limpiarme la cara por las noches.

Ahora viene un “esta tarde”.

Esta tarde, sin ti, he ido a pasear y me han recordado que el jueves estuve subida a un columpio en el parque de los niños. ¿Qué coño hacía yo el jueves subida a un columpio? Balancearme. Todos se reían de mí y conmigo pero esos todos no saben que de vez en cuando necesito reír para compensar lo que lloro y que balancearse es sólo un poco eso: reír y llorar.

Ahora viene un “esta noche”.

Esta noche quiero poder dormir y sé que me va a costar. Veré dos películas y leeré dieciocho páginas del libro que ahora me acompaña y mañana por la mañana, en el microsegundo que existe entre el recuerdo del sueño que ahora empiezo a creer que olvido para evitar la tentación de quererlo explicar y la angustía de preguntarme porqué no consigo dormir por las noches, sólo en ese espacio de tiempo, me arrepentiré de lo que estoy escribiendo. Dejaré de nuevo para otro día esas ganas idiotas de querer mostar porqué esta ciudad, cada vez más, me parece estar convirtíendose en una ciudad escaparate.

Ahora ya no sé lo que viene…aunque cuando escriba parezca estar segura de que es lo que pasa después de limpiarme la cara por las noches.

Y también ahora déjame decirte que he perdido el reloj…bueno…quizá quiso él desprenderse de mi muñeca mientras yo me emborrachaba y bailaba y gritaba canciones que no había oido nunca antes. La cosa es que he perdido el reloj y con él, otra vez el tiempo.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¿Por qué no te estás quieta un poquito, rústica? Nada es tanto. Todo cabe. Aguanta (los) Aguanta (te) Aguanta (telos) O haz lo que te salga... Témplate, joer. Que vales más que tus inquietudes.

lunes, 05 junio, 2006  
Blogger tirant said...

Nunca el tiempo es perdido, por más relojes que pierdas. Fuera de ti, el tiempo duerme tranquilo. Así que no te preocupes, sólo has perdido un reloj.

jueves, 08 junio, 2006  
Anonymous Anónimo said...

¿has visto como somos de consejeros los viejos? no te quejarás de tanto cariño verdadero, o lo que sea (pero que no falte)¿qué tal va de ondas la nuca? ¿se alargan? ¿se ahondan? ¿se ondulan? ¿se anulan? ¿se oblongan? ¿se desganan? ¿se desaguan? que no se desangren en ningun caso. goza.

jueves, 08 junio, 2006  
Blogger ecléctica said...

"Nunca el tiempo es perdido sólo un recodo más en nuestra ilusión ávida de cariño..." Me sigue gustando lo que leo, Suchen. Un beso de gratitud por tu generosa sinceridad.

martes, 13 junio, 2006  

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