El final del encanto de la ballena.




Ayer.

Noche.

Dormir.

No puedo.

Doy vueltas en mi cama pensando que en realidad, aunque haya intentado esconderlo, soy afortunada porque no es demasiado grande y no tengo la posibilidad de perderme en ella.

Leo manuales de intrucciones de aparatos tecnológicos pero aún así no puedo dormir.

Pienso frases cortas.
Pienso en escribirlas al día siguiente pero al día siguiente ya es demasiado tarde: las he olvidado.

Vuelvo a rescatar un libro. Estoy en el penúltimo capítulo:

13. EL FINAL DEL CAMINO…
LA MUERTE DE LA BALLENA…
SUDANDO A MARES EN EL AEROPUERTO.
Miedo y asco en Las Vegas
Hunter S. Thomson

No puedo dormir.

Escucho música.

No puedo dormir.

Música de los 80.

No puedo dormir.

¿Me estoy convirtiendo también en un clásico?

No puedo dormir.

Vuelvo a las frases…

…no puedo dormir…

…pero sin querer me quedo dormida…

…y duermo.

Hoy no he soñado.

Me despierto antes que el despertador y busco esa canción que insiste en decirme que hoy podría ser uno de esos días increíbles.

Me llaman por teléfono.

Hoy me llamará mucha gente. ¿Soy afortunada?
¿Podré dormir esta noche?

No. No le daré a la noche esa opción. Esta noche me pondré la minifalda y saldré a bailar, aunque sea lunes.
Me emborracharé. Pero eso será esta noche.

Primera lectura del día.

Cojo al azar un libro de la estantería de los libros no leídos:

DÜNYA GÜZELI
(LA MUCHACHA MAS BELLA DEL MUNDO)

No me engaña el espejo, esa imagen soy yo,
y ninguna otra muchacha es tan bella.
Mis centelleantes ojos son como diamantes,
mis labios tienen el color del coral,
dos líneas de perlas embellecen mi boca.
La gracia de mi cuerpo glorifica el andar,
Mis manos y mi cuello son blancos como la nieve, sedosa mi cabellera.
Pero, ¿ay!, todo esto ¿para qué?


Konstantino Kavafis.


Estoy cansada de que me digan como debo ser.

Hoy he decidido no esperar a que nadie entienda que hay días que sólo tengo ganas de llorar. Pensaba, estirada otra vez en la cama, después de haber jugado con el destino, de haber encendido la minicadena, de haber puesto una lavadora, de haber contestado tres llamadas, de haber pensado en lo de la minifalda, pensaba, en la cama.. en un cielo azúl y de repente esa imagen se deshacía, hacía abajo, muy lentamente. Eso me da ganas de llorar.
No insistaís en hacerme sentir cosas que no siento.
Por favor.
No insistías.
Por favor.

No es algo dramático tener ganas de llorar por nada o por que una imagen se deshaga en tu cabeza.

Hace días que creo que he de cambiarle el nombre al blog.

Lo distinto esta vez es que no sé que nombre elegiré mañana.

Quizá cuando esta noche esté bailando con la minifalda piense alguna cosa.

Se ha acabado la música.

Fin por hoy.

“Podría ser que hoy fuera uno de esos días increíbles otra vez”.

2 Comments:

Blogger tirant said...

Como casi siempre un texto muy hermoso. Y esta vez muy triste, como casi siempre en los finales.

No sé si estás tú o tu personaje. Tampoco sé si hay algún guiño. Tan sólo sé que alguien sufre y que yo sufro con él.

lunes, 15 mayo, 2006  
Anonymous Anónimo said...

Leo en el diario de Jules Renard:
"Poeta, no busques otra cosa: has sido creado y puesto en la tierra para que tengas conciencia de todo aquello que no la tiene". He recordado esta frase y la he buscado en el libro tras ver tus fotos, sólo para constatar que sí, habla de ti. Fue escrita hace 100 años, pero habla de ti.
El brillo de la frase cambia cada vez que la leo: a veces me parece que constata un don; otras, que anuncia una maldición. Supongo que es ambas cosas a la vez. Supongo que sabes perfectamente a lo que me refiero.

Felices 30, suchen.
"It's too late to stop now"
Besos.

lunes, 15 mayo, 2006  

Publicar un comentario

<< Home