El encanto de la ballena (10)


Hubiera querido ser...
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"...Hubiera querido ser paloma mensajera pero solo fui pajarita de papel..."

Nací doblada, torcida, plegada entre las manos de una japonesa que jugaba a regalar instantes de papiroflexia. Me construyó mientras de sus ojos brotaban, intermitentes, las lágrimas que, poco a poco y una a una, rozaban este cuerpo que, pese al tiempo transcurrido desde entonces, todavía soy. Me hizo triste pero me regaló un compañero. Juntos viajamos guardados entre las hojas de un bloc de notas por las calles de Berlín, donde a menudo llovía. Íbamos en bicicleta. Una noche, al desprendernos sin querer de aquel pequeño escondite, decidieron colocarnos a los dos en una estanterÌa. Esa misma noche, nos separaron. Mi amigo se quedó en la estantería de la habitación de enfrente y a mí me metieron en una maleta llena de porcelana y ropa comprada en tiendas de segunda mano hasta llegar a Barcelona. Fuimos, de repente, no solo trozos de papel hechos pájaro sino símbolos de un amor prohibido. Recuerdos. Quisieron que cargáramos en nuestras alas la imagen de una historia que nunca sucedió. Ya en mi nueva ciudad decidí sacudirme con el viento fresco y el calor de un sol descococido. Lo hice con tanta fuerza que se desvanecieron un poco mis colores y mi pasado. Pero…¿qué tendrán las noches que a veces se vuelven extrañas y transforman mi vida en un segundo? Fue también una noche cuando me agarraron del cuello y me colocaron entre los objetos de un decorado. Escondida, intentando pasar desapercibida, transcurrían las horas. Escuchaba acciones, cortes, rodamos, repetimos chicos. Gritos y silencios. Pocas risas. Prisas. Los focos se movían. Cambiaban los campos de luz. Yo buscaba las sombras. No entendía nada de lo que sucedía a mi alrededor. Y ahora pienso que también los días, como las noches, son extraños y tienen segundos en los que mi vida se transforma y donde tampoco hay vuelta atrás. No puedo asegurar entonces si era día o noche ...¿qué importa eso ahora? Me vieron. Me levantaron. Me anidaron entre unas manos blancas, de ornitóloga. Sentí miedo. Pensé que me iban a deshacer. Y fue por creer que mi vida se acababa, que pasaron por mi cabeza con pico todos aquellos recuerdos que había querido olvidar. Es así como regresó de nuevo la tristeza, esa dichosa tristeza que nunca me abandona, que esta vez se desbordó e imprengnó, como aceite, cada pliegue de mi cuerpo. Mientras esto sucedía, los segundos de esta vida extraña no se detuvieron. Una cámara lo vió todo. Vió toda esa tristeza y se la contagió al personaje que me acariciaba.

Ahora, que sigo viva y coja, que me he convertido en la imagen de lo que a veces siento. Ahora, que viajo doblada entre el plástico de un billetero, ¿porqué no puedo querer ser paloma mensajera y perder, en uno de mis vuelos, el mensaje que alguien escribió ? Pero sólo soy libre para quererlo. Yo soy una pajaritade papel.

1 Comments:

Blogger Slv Vr said...

y mis ojos ahora lloran lo que lloraron esos ojos nipones.

por desgracia yo no estoy en barcelona ni ella esta en berlin, porque sino tal vez nuestras lagrimas se encontraran en el spree.

un beso

martes, 22 noviembre, 2005  

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