El encanto de la ballena (3)

Se acercó tan suavemente que nadie notó su presencia en aquel lugar. Se sentó en la décimosexta fila, en una esquina. Le caían sobre la cara trocitos de modernismo, como gotas, pero fue la música quien la inundó y la llevó hasta el fondo de un mar, oscuro, desconocido. Sintió los golpes de la batería, del saxo, de la guitarra, del contrabajo…lo sintió todo pero no vió nada. Al salir del concierto de los ruidos, se apoyó contra una pared y se miró los pies que parecían aún más secos si los comparaba con el agua de la calle recién mojada. Estuvo esperando a que pasara algo más. Fumó. Vió como poco a poco la gente desparecía de la puerta trasera del teatro. El silencio. Cuando ya no quedaba nadie apareció él. Se abrazaron tan fuerte que no fueron capaces ni de saludarse. Se encendieron un cigarro juntos y ella regresó a su casa donde sabía que le esperaban su cama con las sábanas limpias y una pregunta sin respuesta. Ya en posición horizontal recordó el color de la línea negra que subrayaba sus ojos, perdidos en otro lugar como el primer día que lo conoció. Nada había cambiado. Recordó también el color rojo de sus uñas cuando le pidió fuego, la única cosa que él era capaz de pedirle porque sabía que ella estaba dispuesta a dárselo todo. Antes de quedarse dormida supo que lo amaría con la misma intensidad aunque él ahora fuera una mujer.

3 Comments:

Blogger Grock said...

¡Bravo! ¡Bravo!. Otra, otra, otra.
Me pregunto de donde salen esas historias que probablemente perderían su magia si lo supiera.

martes, 06 septiembre, 2005  
Anonymous Anónimo said...

suchen, estimada, les teves fotos m'agraden molt. gràcies per tornar-me la il·lusió de veure imatges.

miércoles, 07 septiembre, 2005  
Blogger Slv Vr said...

Me ha encantado tu explicacion del lenguaje de las puertas en Berlin. Vivo casi cuatro años aqui y siempre me he preguntado cual seria.
Además tambien soy Friedrichshainer.
Me ha encantado leerte, me siento un poco identificado. La jungla salvaje hace que todos nos parezcamos un poco, aunque todos los osos que la habitan se crean unicos e irrepetibles.
Si quieres pasarte por Berlin, estas invitada: http://senstrellat.blogspot.com

viernes, 23 septiembre, 2005  

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