El encanto de la ballena (7)

Ayer por la noche, mientras Kevin Johansen cantaba “¿Quieres que te diga lo que quieres escuchar o vas a escuchar lo que te quiero decir?”, me enamoré de una mujer que daba besos en el aire. Estaba de pié, moviendo su falda verde al ritmo de la música, cubriendo sus ojos con un enorme flequillo, aguantando su inseguridad con las manos, con las mismas que sostenía el vaso de cerveza y el cigarrillo. A contratiempo sorbía y fumaba y yo… me iba enamorando. Cada vez más. Dejé que siguiera haciéndolo sin que se diera cuenta y al finalizar el concierto me acerqué a ella.

Ayer por la noche, mientras Kevin Johansen cantaba “¿Quieres que te diga lo que quieres escuchar o vas a escuchar lo que te quiero decir?”, topé mi mirada con la de un desconocido. Camisetas de colores, dos camisas y una chaqueta. Todo al mismo tiempo cubría un cuerpo que se intentaba esconder entre la gente pero… sus ojos lo atravesaban todo, por eso le descubrí. Cuando acabó el concierto se acercó a mi.

Ayer por la noche, cuando Kevin Johansen dejó de tocar, dos personas se encontraron. Él le dijo a ella: “¿Nos conocemos?” Ella no pudo contestarle: “Sí. Soy la amante de tu mejor amigo”. Se intercambiaron los teléfonos. Ella lo abrazó al despedirse, intentando que entendiera que aquel abrazo era para otro. Él prometió llamarla o enviarle un mensaje… mantener el contacto y…lo hizo. A la mañana siguiente, mientras volvían a sonar el el reproductor de música todas las canciones que había escuchado la noche anterior, ella encontró dos llamadas perdidas y la frase escrita de aquel desconocido. Quiso que todo aquello procediera de otra persona, que hubiera sido esa otra quien le hubiera puesto el apodo de la mujer de sal en honor al local en el que todos se vieron por primera vez…Quiso tantas otras cosas…

Han pasado siete años después de este encuentro. En una emisora de barrio suena la canción de la mujer de sal que daba besos en el aire. Han pasado siete años y sentados en la mesa del bar donde cada mañana toman el desayuno él le dice a ella: “Aunque hoy no hayas tenido tiempo de lavarte la cara, sigues estando preciosa”. Ella le devuelve las palabras en forma de sonrisa mientras no puede evitar sentir una enorme tristeza entre las piernas.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Nineta!

No m'agraden les històries amb un punt de tristesa, i així i tot, m'encanta com escrius.

Gràcies per les teves paraules, Suchen.

Una aferrada per qui la vulgui!

miércoles, 19 octubre, 2005  

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