Berlin Collage (25)
9 de julio, 2004
He decidido hacer de turista de verdad y me he agobiado de verdad. Y como me he agobiado, en el pasar, me he entretenido con la gente que como yo se aburría haciendo de turista. He visitado monumentos, torres de televisión y barrios de mentira. Pero se me escapaban el oido y la mirada.
En el barrio de San Nicolai los grupos guiados hacían fotos por todas partes, a nada. Aparecían perfectamente sincronizados, goteando. Y entonces te da por pensar que seguramente a cierta edad es más interesante descubrir el funcionamiento de la nueva cámara digital que escuchar los comenatarios del guía turístico… y echarle monedas a los músicos …y ver al oso encima del pozo…y comerte una manzana.
Desde hacía varios días tenía pensado subir al “pirulo” y lo he hecho. He dado vueltas y he visto tras los cristales de la torre que Berlín no se acaba. Las calles son grandes y ahora yo pequeña. Mientras he esperado a que el sol se escondiera de nuevo para deleitarme así con una puesta perefecta he oído hablar en todos los idiomas. Una mujer le explicaba a los hijos de una amiga la historia de la ciudad. Les hablaba de Hitler, de una guerra, de campos de concentración, de un muro…los niños, interesados, hacían muchas preguntas. Uno de ellos, al final dijo: “y cómo es que tu lo sabes todo?”. Para ésta pregunta la mujer no tenía respuesta.
Me he perdido. He caminado sin querer saber si estaba en la dirección correcta y me ha gustado. El único problema es cuando te quitas el disfráz de bohemio pensador y te das cuenta que estás a más de media hora del lugar donde dejaste la bicicleta. Regresas a casa agotada de hacer de turista, te sientas frente a la ventana, bebes te, fumas el cigarrillo de rigor y piensas que mañana será otro día.
He decidido hacer de turista de verdad y me he agobiado de verdad. Y como me he agobiado, en el pasar, me he entretenido con la gente que como yo se aburría haciendo de turista. He visitado monumentos, torres de televisión y barrios de mentira. Pero se me escapaban el oido y la mirada.
En el barrio de San Nicolai los grupos guiados hacían fotos por todas partes, a nada. Aparecían perfectamente sincronizados, goteando. Y entonces te da por pensar que seguramente a cierta edad es más interesante descubrir el funcionamiento de la nueva cámara digital que escuchar los comenatarios del guía turístico… y echarle monedas a los músicos …y ver al oso encima del pozo…y comerte una manzana.
Desde hacía varios días tenía pensado subir al “pirulo” y lo he hecho. He dado vueltas y he visto tras los cristales de la torre que Berlín no se acaba. Las calles son grandes y ahora yo pequeña. Mientras he esperado a que el sol se escondiera de nuevo para deleitarme así con una puesta perefecta he oído hablar en todos los idiomas. Una mujer le explicaba a los hijos de una amiga la historia de la ciudad. Les hablaba de Hitler, de una guerra, de campos de concentración, de un muro…los niños, interesados, hacían muchas preguntas. Uno de ellos, al final dijo: “y cómo es que tu lo sabes todo?”. Para ésta pregunta la mujer no tenía respuesta.
Me he perdido. He caminado sin querer saber si estaba en la dirección correcta y me ha gustado. El único problema es cuando te quitas el disfráz de bohemio pensador y te das cuenta que estás a más de media hora del lugar donde dejaste la bicicleta. Regresas a casa agotada de hacer de turista, te sientas frente a la ventana, bebes te, fumas el cigarrillo de rigor y piensas que mañana será otro día.
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