Berlin Collage (15)

16 de Junio, 2004

Sigo sin estar muerta, creo. Estoy estirada en la cama mirando la habitación. Hoy he decidido no ir a clase. Entre algún sueño se me perdió el ánimo que necesitaba hoy para estudiar alemán. El cielo está respirando al otro lado de la ventana: una expiración, una nube; una inspiración es el sol. Y sigues en la cama porque todo es tan incierto que no tienes claro que hacer. Al final vas hacia la cocina. A esta cocina le tengo mucho cariño. No es demasido grande pero tiene todo los accesorios necesarios. Hay una estantería colgada de una pared con unos pequeños cajones de cerámica donde se van distribuyendo la sal, el azucar, el arroz, la harina, las especies… potes, potecitos: de cristal, metálicos, con motivos japoneses, lisos. Todos van caminando. Tienes la sensación que nunca nada se mueve pero si te fijas, siempre hay algo, por muy pequeño que sea, que ha cambiado de lugar. Todo parece quieto pero todo está vivo. La cocina, como el cielo éste de mi ventana, también respira. He pasado muchas horas hablando en esa cocina…de cosas importantes y absurdas, mías y de los demás. Y las horas las he contado a través de un reloj con forma de raqueta. Siempre cuelga algo torcida, la pones recta pero, como todo, siempre vuelve a cambiar de posición. Un día me di cuenta de que era absurdo contar las horas con un reloj y que era preciso empezar a contar las horas con una raqueta. Y así es como iba pasando el tiempo en aquella cocina. Hablando de agujeros negros que aparecen de un pote de nata líquida o de qué te dijo tu novia el día que le propusistes que querías liarte, por aquello de vivir cosas nuevas, con otra. La vida social de las casas que hasta ahora he visitado en Berlín tiene lugar en las cocinas. Me han entrado ganas de ponerme una mesita en la mía de Barcelona… pero la cocina es tan pequeña que la mesa debería ser también pequeña, entonces sólo cabría yo y lo de vida social pues no tendría sentido. Si es que las cosas de cada sitio son porque han de ser. Cada cosa es lo que es y en Barcelona hago la vida social en la terracita cada vez que aparece la primavera.

3 Comments:

Blogger Alhazar said...

Hola Esther,

si avui dilluns per fortuna has mirat cap al cel de ponent entre les nou i quarts de deu (des de Frankfurter Allee, per exemple, que té bones vistes, però preferiblement des d'algun punt més elevat, a Prenzlauer Berg, per dir alguna cosa) hauràs vist aquest cel apocalíptic, vermell ataronjat, brutal que, de sobte, s'ha posat a descarregar i ha acabat escampat per carrers, teulades i jardins. Jo era sota d'aquesta pluja, en bicicleta, en direcció a Schwartzkopfstasse per jugar a bàsquet. En passar pel pont que fa Wichertstrasse en creuar les vies de l'S-Bahn, més amunt de Mauer Park, hi havia una noia asseguda a la barana, contemplant aquesta posta de sol tan bèstia, amb caputxa (una noia que devia ser dels teus barris -anava a dir ravals-, que pels meus tots van més tocats i posats) i m'ha semblat que tenia aquesta mateixa actitud contemplativa i de porus oberts de què parles en la teva visita a Treptower Park. Per cert, sorprenent que mencionis precisament el llibre de Zweig perquè aquest llibre va ser el desencadenant (que no la causa) d'una sèrie d'esdeveniments en cascada que em van acabar catapultant a aquesta ciutat impressionant que ens acull i on jo he decidit fer parada i fonda. M'hauria agradat descobrir el teu blog abans, però mai és tard si val la pena.

Una abraçada, berlinesa

L

lunes, 05 julio, 2004  
Blogger Glube said...

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martes, 06 julio, 2004  
Blogger Glube said...

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jueves, 08 julio, 2004  

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