Berlin Collage (5)
18 de Mayo, 2004
He descubierto en Berlín un curioso lenguaje: el lenguaje de las puertas. Es cierto que no tengo mucha experiencia en compartir pisos con otras personas, pero sea como sea, el lenguaje de las puertas lo he conocido estando aquí. Me resulta bastante diferente la convivencia en los pisos berlineses. Quizá sea por nuestro carácter tremendamete abierto, por nuestras incansables ganas de fiesta, no sé por qué, la casas en Barcelona me parecen como más de todos, incluso las habitaciones. En Berlín, si cuando llegas la puerta de tu compañero de piso está cerrada es mejor que no entres, no quiere ser molestado. Si la puerta está entreabierta significa que puedes picarle y comentarle las últimas novedades del barrio, sugerirle que debería haber lavado los platos o que hoy te sientes tremendamente triste. Al principio esto me parecía algo absurdo: si tengo ganas de hablar, no vivo sola en casa y mi compañero es una persona agradable, porqué no compartirlo con él. Pues no: eso es tener en cuenta sólo mis necesidades y no las suyas. He aprendido de esta manera que no puedo arrasar con mi vida la vida de los demás. He aprendido a que también yo puedo cerrar mi puerta, dando así un valor que hasta ahora desconocía a mi espacio y a mi tiempo. Supongo que el haber vivido durante tres años con mi pareja en un piso de treinta metros cuadrados después de que mi madre lo reformara poníendo no sé cómo cinco puertas en él, me había hecho cogerle cierta manía a cualquier tipo de puerta. Mi idea era deshacerme de ellas, tirar a bajo todas las paredes. Ahora, después de mi experiencia en Alemania, es cierto que sigo pensando que en mi piso hay demasiadas puertas y paredes y que ahora que es todo para mi no las necesito. Pero si algún día vuelvo a compartir piso o mi vida con alguién espero mudarme a un piso que siga teniendo puertas: no quiero volver a perder eso que ahora he recuperado, ese tiempo y ese espacio que sólo es mío y que a veces necesito sólo para mi para poder seguir siendo yo misma.
He descubierto en Berlín un curioso lenguaje: el lenguaje de las puertas. Es cierto que no tengo mucha experiencia en compartir pisos con otras personas, pero sea como sea, el lenguaje de las puertas lo he conocido estando aquí. Me resulta bastante diferente la convivencia en los pisos berlineses. Quizá sea por nuestro carácter tremendamete abierto, por nuestras incansables ganas de fiesta, no sé por qué, la casas en Barcelona me parecen como más de todos, incluso las habitaciones. En Berlín, si cuando llegas la puerta de tu compañero de piso está cerrada es mejor que no entres, no quiere ser molestado. Si la puerta está entreabierta significa que puedes picarle y comentarle las últimas novedades del barrio, sugerirle que debería haber lavado los platos o que hoy te sientes tremendamente triste. Al principio esto me parecía algo absurdo: si tengo ganas de hablar, no vivo sola en casa y mi compañero es una persona agradable, porqué no compartirlo con él. Pues no: eso es tener en cuenta sólo mis necesidades y no las suyas. He aprendido de esta manera que no puedo arrasar con mi vida la vida de los demás. He aprendido a que también yo puedo cerrar mi puerta, dando así un valor que hasta ahora desconocía a mi espacio y a mi tiempo. Supongo que el haber vivido durante tres años con mi pareja en un piso de treinta metros cuadrados después de que mi madre lo reformara poníendo no sé cómo cinco puertas en él, me había hecho cogerle cierta manía a cualquier tipo de puerta. Mi idea era deshacerme de ellas, tirar a bajo todas las paredes. Ahora, después de mi experiencia en Alemania, es cierto que sigo pensando que en mi piso hay demasiadas puertas y paredes y que ahora que es todo para mi no las necesito. Pero si algún día vuelvo a compartir piso o mi vida con alguién espero mudarme a un piso que siga teniendo puertas: no quiero volver a perder eso que ahora he recuperado, ese tiempo y ese espacio que sólo es mío y que a veces necesito sólo para mi para poder seguir siendo yo misma.
1 Comments:
ostia niña, ¡qué bien le sienta berlín a tu escritura! Tinc moltes ganes de veure't i xerrar i les teves paraules no fan més que impacientar-me. Petons :*
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