Berlin Collage (1)

29 de Marzo, 2004

Acabo de llegar a Berlín. He aterrizado en una habitación blanca, con las paredes llenas de desconchones. Hay una moqueta gris cubriendo el suelo, es horrorosa pero puedo caminar sin zapatos. Hay dos colchones individuales, uno encima del otro, quizá porque es el primer día todavía no me atrevo a preguntarle a mi nuevo campañero de piso dónde estaban antes de llegar a esa habitación. Una estufa de carbón enorme, a la que he bautizado con el nombre de María, se muestra como una gran anfitriona. El techo es azul cielo y una bombilla cuelga justo en el centro, vuela. Está tan lejos de mi que no me molesta el zumbido de sus alas de mosca. Solo brilla de noche, durante el día, la luz del sol es suficiente. Y de repente, me doy cuenta de que toda mi tecnología debe ser ordenada, clasificada, hacer cola ante un solo enchufe. Debo elegir si quiero escuchar música, cargar el móvil o utilizar el ordenador. Y, también de repente me doy cuenta del tiempo…
… mi tiempo. Suficiente para poder pensar. Encuentro también a gente pensando en sus ventanas, rascándose la nariz o fumándose un cigarro… Yo tengo tiempo, la gente tiene tiempo. Se cruzan las miradas. Es muy divertido. Miras y han desaparecido. “Por la ventana brilla la luna, por la ventana una aceituna, eres tu.” canta Kiko Veneno.