Crónica de un garbanzo (7)

“Nos metimos en el dormitorio tras una larga conversación en la oscuridad de la sala de estar. Era una chica agradable, sencilla y sincera, y con un miedo terrible al sexo. Le dije que era algo hermoso. Quería demostrárselo. Me dejó que lo intentara, pero yo estaba demasiado impaciente y no le demostré nada. Ella sollozaba en la oscuridad.

-¿Qué le pides a la vida?- le pregunté, y solía preguntárselo a todas la chicas.

-No lo sé- respondió-. Sólo atender a las mesas e ir tirando.

Bostezó. Le puse mi mano en la boca y le dije que no bostezara. Intenté hablarle de lo excitado que me sentía de estar vivo y de la cantidad de cosas que podríamos hacer juntos; le decía esto y pensaba marcharme de Dénver dentro de un par de días. Se apartó molesta. Quedamos tumbados de espaldas mirando el techo y preguntándonos qué se habría propuesto Dios al hacer un mundo tan triste.

En el camino

Jack Kerouac


No sé si lo que me irrita es que me parece una mierda el libro o la seguridad con la que demasiado a menudo me veo a mi misma sollozando en la oscuridad. El mundo está repleto de gilipollas: casi todos se hacen llamar artistas.

1 Comments:

Blogger Grock said...

El gilipollas cuanto más artista más gilipollas. El artista, cuanto más gilipollas, más gilipollas.

viernes, 14 julio, 2006  

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