Crónica de un garbanzo (35)

Creo que cada vez me acostumbro más a mi misma y menos a los demás. ¿Por qué me parece que por la calle sólo caminan mujeres con una botella de plástico de litro y medio de agua apretadita entre sus manos? Hoy he ido al mercado a comprar calabazas., se me han colado en la pescadería y me han dejado sin atún. La colada no ha sido malintencionada: han cantado mi número pero yo estaba en babia, escuchando como la pescadera le explicaba a una clienta, mientras les sacaba las espinas a unas sardinas, que su hijo quería ser mosso d’escuadra. En eso que el niño estaba detrás de la clienta y ella y la madre se lo han quedado mirando y yo, que lo veía de espaldas, con los pantalones sujetados a duras penas por un cinturón de tachuelas dejando más que intuir dos palmos de calzoncillos, me he puesto a reír y a pensar en el niño y me he preguntado porqué las pescaderas son siempre las dependientas que van más acicaladas, con pendientes brillantes, pañuelos ataditos al cuello y los labios bien rojos y los ojos bien azules y entretanto se me ha pasado la tanda y me han dejado sin atún. He llegado a casa con el carro lleno de verduras y he preparado arroz con calabaza y he vuelto a pensar lo que me gusta quedarme mirando a la gente en el mercado, como se mueven, en una coreografía casi perfecta, como si la vida no se detuviera nunca.

4 Comments:

Blogger Grock said...

El mercado está lleno de vida, de colores, de palabras en voz alta, de gente en movimiento, de personas de buen humor por el buen humor que transmiten las personas que trabajan en sus puestos. De expertos timadores y felices timados. De gratos trabajadores con callos en las manos.

Es la antítesis del supermercado actual donde lo único que permanece de mercado son las pescaderas. Ellas parece que siguen en su mercado particular, con su buen humor y su gracia al atender, y es que hasta las más antipáticas conservan una gracia auténtica. Igual...también alguna carnicera aunque a estas, debe ser porque el trato con la carne es algo más pesado, se les contagia la vida de las estanterías de supermercado, de los jefes de sección que son como esos seguratas que se creen mossos d'escuadra.

El mercado es el dibujo que nos queda de lo que alguna vez podría haber sido la sociedad en la que vivimos.

¿Te imaginas que todo se vendiera como en el mercado?. Los electrodomésticos, los ordenadores... los móviles...

Supongo que la energía que desprende el mercado tiene que ver directamente con que lo que ahí se vende son o fueron, alguna vez, seres vivos.

domingo, 05 noviembre, 2006  
Blogger ecléctica said...

Y, ¿qué cara intuías que estaba poniendo el niño mientras su madre explicaba sus intimidades en público? ¿Alguien le ha dicho al chaval que los Mossos d´esquadra llevan los pantalones bien ajustado en la cintura?
Ayer Sara me preguntó por ti. Anastasia sigue bien.
Beso grandioso.

lunes, 06 noviembre, 2006  
Anonymous Anónimo said...

Pues a veces soy un hombre de palabra... He leido todo tu blog hoy, por primera vez... (que triste, no?) Solo unos esbozos, y así, este hombre de celofán, que nunca quiso pensar que escondía cemento, podrá decir adios, y así, con toneladas de cariño y sin rencor (pero con mucha pena) podrá continuar su... "buen viaje" Sin más mi batería de frases: Como desee que tus silencios almacenados fuesen palabras activas; los besos nunca caducan (yo tengo uno cuadrado rojo sobre fondo blanco, y tu uno de Geraldine Chaplin); gracias por dejarme ser parte del encanto de la ballena; los trombones son iguales para todos; Nick Drake no me deja dormir susurrando "Northern Sky" en mi almohada mientras se oye llover aviones en las ventanas; ¿Sigues enamorada de los tejados de Madrid?; Supongo que lo de el más malo de los malos del comic ahora ya se por que es (?); "Todo lo que ha sobrevivido ha alterado poco a poco su recuerdo porque su presencia real es incompatible con la memoria, pero lo que hemos perdido por el camino sigue congelado en el instante de su desaparición ocupando su lugar en el pasado"; dedicado de el hombre sentado una hora en el suelo de hormigon del aeropuerto a la niña de los rizos negros.
Nunca entenderé el final de la historia...

Un beso fresco y no perecedero.

P.D.: No dejes de ir nunca a los bailes aunque sea a buscar abogados o directores de banca, nunca sabes si un buen hombre te va a sacar a bailar.

miércoles, 22 noviembre, 2006  
Anonymous Anónimo said...

Pues a veces soy un hombre de palabra... He leido todo tu blog hoy, por primera vez... (que triste, no?) Solo unos esbozos, y así, este hombre de celofán, que nunca quiso pensar que escondía cemento, podrá decir adios, y así, con toneladas de cariño y sin rencor (pero con mucha pena) podrá continuar su... "buen viaje" Sin más mi batería de frases: Como desee que tus silencios almacenados fuesen palabras activas; los besos nunca caducan (yo tengo uno cuadrado rojo sobre fondo blanco, y tu uno de Geraldine Chaplin); gracias por dejarme ser parte del encanto de la ballena; los trombones son iguales para todos; Nick Drake no me deja dormir susurrando "Northern Sky" en mi almohada mientras se oye llover aviones en las ventanas; ¿Sigues enamorada de los tejados de Madrid?; Supongo que lo de el más malo de los malos del comic ahora ya se por que es (?); "Todo lo que ha sobrevivido ha alterado poco a poco su recuerdo porque su presencia real es incompatible con la memoria, pero lo que hemos perdido por el camino sigue congelado en el instante de su desaparición ocupando su lugar en el pasado"; dedicado de el hombre sentado una hora en el suelo de hormigon del aeropuerto a la niña de los rizos negros.
Nunca entenderé el final de la historia...

Un beso fresco y no perecedero.

P.D.: No dejes de ir nunca a los bailes aunque sea a buscar abogados o directores de banca, nunca sabes si un buen hombre te va a sacar a bailar.

miércoles, 22 noviembre, 2006  

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