Crónica de un garbanzo (27)

Existe un miedo intermitente que aparece cada vez que cierro los ojos cuando parpadeo. Es un miedo un poco bobo, o un poco cobarde…qué se yo…pero cada vez que abro los ojos y miro, inmediatamente, por no llorar, he de cerrarlos y entonces: aparece el miedo. Como entenderéis… es una agonía vivir de esta manera, tambaleándose una entre tanto llanto y tanta paura. Y esto que escribí ayer me parece que hoy no es nada. Ayer tampoco lo era pero no me di cuenta. A mi lo que en realidad me pasa, no es ni miedo, ni nada extraño cuando miro, ni cuando oigo, ni cuando me muevo, ni tampoco cuando abro ni cierro los ojos. Lo que me sucede es que me paso el día fuera de mí y no me doy cuenta absolutamente de nada. Cuando llego a casa, a veces, me pongo a escribir o lo que sea eso de ir poniendo una palabra detrás de otra y es entonces cuando me doy cuenta de que lo que me pasa es que me duele la espalda y siento como si alguien me estuviera estirando la cuerda que une mi columna vertebral con la parte inferior derecha de mi cerebro. Eso es todo. Mi vida no es ninguna agonía, eso no es cierto. Hoy he ido al teatro y he escuchado a una mujer sobre el escenario afirmar ser una Farola que brilla. Eso es todo otra vez.