Historias de cartón (15)

“Memorias perdidas
de siglos que descansan
al fondo hasta que llega el alba
secretos perdidos
almas duras y cobre
abajo la mar está la llave ¡¡Perdía!!
Ande está la calle del recuerdo y el olvido
Sendas y vereas que llevan a un mismo río
Ande está la muerte
Ande va ese rio.”


Memorias perdías
“Bari”
Ojos de Brujo


Y después de estar trabajando veiticuatro horas me quedan sólo fuerzas para vomitar algunas palabras que quizá no tengan ningún sentido y transcribir letras de canciones que, pese al cansancio, me van susurrando en el cerebro que todo sigue bien. He estado inventando casas para personajes que no existen y así pierdo el tiempo… y así paso el rato… y así todo sigue. A veces, al caminar sobre la cuerda, no se qué recuerdo ni tampoco lo que olvido. Ahora no sé nada. ¡Ésto no es lo que quería escribir! Yo quería escribir sobre una vieja que esta mañana, mientras hacía maniobras con el camión, he visto apoyada en una pared y que, absorviendo los primeros rayos de sol, disfrutaba de la imagen de una ciudad que todavía parecía no haber despertado. La vieja se ha quedado quietísima en el mismo lugar y yo la he seguido espiando por el retrovisor mientras me alejaba. Y al irme y desaparecer la he subido al asiento del copiloto y ya en mi cabeza le he preguntado si cada mañana, antes de salir el sol, iba a esperarlo desde el mismo sitio. Ella me ha dicho que sí y que ha olvidado el tiempo que llevaba haciéndolo pero que, al fin y al cabo, qué importancia tiene el tiempo. Esta es la maleta que me llevo para el viaje del sueño que empezaré en breve, en sólo unos segundos, justo unos pocos después de haberme tirado de cabeza a la isla donde duermo, a la cama a la que por razones totalmente absurdas, hace unos días, le he puesto de nombre Islandia.

1 Comments:

Blogger Grock said...

Como un lagarto me imagino a la vieja tatuada en la pared que probablemente había hecho suya con el paso de ese tiempo que cuando uno se hace mayor se olvida, aunque este, el muy cabrón, nunca se olvida de nosotros. Por las mañanas, la vieja,se inyecta vida a la vez que probablemente disfrute de como el silencio de la madrugada se va transformando el bullicio de una mala sinfonia carente de silencio.
En cuanto al nombre de la cama me llama la atención. Una cama que se llama Islandia... tiene distintas interpretaciones. Un lujar lejos de lo cotidiano.Un lugar frío. Una isla en medio de la nada. Una Isla divertida y sin disney. A veces uno necesita la tranquilidad que ese nombre evoca. Si fuera Groenlandia ya sería más preocupante. No sé me da peor rollo.

lunes, 18 abril, 2005  

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