Historias de cartón (12)

Durante una temporada estuvo trabajando en una empresa que fabricaba piezas para motores de coches. Me explicó que se colocaba de pie frente a una especie de mesa de trabajo donde depositaba un trozo de metal prefectamente redondo. Su misión era, una vez situada la pieza, presionar un botón que hacía descender un enorme cilindro tonélico que al bajar daba forma con todo su peso y toda su fuerza al circúlo, convirtíendolo así en un cuenco. Para poder accionar la máquina debía antes atar sus manos a unas manillas que impedían que éstas fueran aplastadas por el monstruo. Era imposible recolocar la pieza después de tocar el botón. Esta manera de funcionar era más que nada una medida de seguridad laboral. Y yo le pregunté que si sabía los efectos que le podía causar el que cayera el cilindro sobre sus manos qué era lo que le conducía, una vez colocada la pieza sobre la mesa, intentar volverla a tocar. Y contestó que el desplazamiento mínimo de la pieza hacía que su forma no fuera perfecta y que el cuenco no sirviera para nada. Que durante las primeras semanas que había estado trabajando con aquella máquina lo más importante habían sido sus manos y salir cada día con los diez dedos en su sitio. Pero que a medida que había ido pasando el tiempo, tras horas y horas de concentración en la prefecciónn de unas formas sencillas, lo más importante habían empezado a a ser las piezas. Inconscientemente hubiera vuelto a situar más de un cículo metálico olvidándose entonces de los efectos que tendría este acto casi reflejo. Después de escuchar esta historia empecé a persar de qué manera podría crear unas manillas que ataran mis manos para no quedarme aplastada bajo un cilindro de dimensiones desconocidas. Tengo la sensación de que cualquier día de estos me quedo sin dedos porque creo que lo más importante también empieza a ser la pieza perfecta.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Sí, és clar, venen ganes de posar-hi els dits, i sembla mentida! on és la trampa?

És la ditxosa rutina, però no aquella que neix de la prensa, no, aquella que és dins nosaltres i que un dia, quan hem deixat la nostra ment en bàbia, compareix.

Però no ha de ser així, germans, no és així, és diferent si nosaltres volem; basta mirar la vida com un misteri, on cada peça sigui un nigul, un misteri, que ens desperti la curiositat per allò irrepetible: l'aquí i ara.

lunes, 15 agosto, 2005  

Publicar un comentario

<< Home