El delito comun (11)

"-¡Qué exploto!, ¡Qué exploto!-" De tanto repetirlo, al final explotó. Lo que no sabía era que al hacerlo iba a salpicar a tanta gente. Ahora, todos a su alrededor estaban manchados, tocados, rozados y ella no estaba preparada para pedir perdón. Tampoco estaba muy segura de tener que hacerlo. Era simple: ella explotada y más ignorante que nunca.