Historias de cartón (34)

Todos sabían lo que iba a suceder, incluso ella. Había conseguido aquello que quería y ahora era el momento de cerrar un segundo los ojos, volverlos a abrir, respirar sólo un poco y salir corriendo. Huír. Así era su miedo: un alfiler que le pinchaba entre las piernas y la hacía moverse siempre de un deslugar a otro.