Historias de cartón (28)
Mario me pidió ayer por la tarde, mientras tomábamos un café con hielo, que contara su historia de amor y desamor en mi blog pero le dije que no, que no tenía ganas de hablar de “pues ella me dijo”, “pues resulta que no me llamó”, “pues seguro que está con otro”,“pues me contó su amiga”, “pues yo creo” ,“pues yo imagino”. Le dije que últimamente no me interesaban demasiado ese tipo de pasares por la vida y que si no le importaba hablaría de sus últimas adquisiciones tecnológicas. Mario no me entendió pero dió un sorbo al café hasta que el recuerdo del cubito de hielo, pequeñísimo, le tocó la punta de la nariz y me dijo que hiciera lo que me diera la gana. A Mario le gusta que hable de él, eso es lo que yo no entiendo…y…así andamos los dos, sin entendernos pero reposados en la confianza que nos proporciona la amistad de cada vez más años…
Mario se ha comprado un reloj y un móvil. El reloj es un Casio, cuadrado, metálico, con ese aire de ayer, perfecto para dar un gramo más de modernez a su cuerpo. Es un reloj completísimo: hora, fecha, cronómetro, agenda de teléfonos, alarma y sobretodo water resist. Mario anda obsesionado con el fluir del tiempo, lo rápido que pasa, lo raro que parece, lo que se dilata pero curiosamente hasta ahora no había llevado reloj. Esta semana ha puesto un Casio en su vida y se asusta cada vez que lo mira porque dice que los segundos andan como locos, que no paran ni un momento. Mario dice que el reloj le pesa. También le pesa el móvil nuevo: en la pantalla aparece la hora junto a una llave de bloqueo. El movil le parece pesar un poco menos porque tiene más botones y menús en los que perderse, suenan melodías y puede hacer fotos. Cuando Mario me contó lo de la cámara los párpados de los ojos se le abrieron y una ceja se le levantó más que la otra, dibujó una leve sonrisa y me dijo: “Esther, creo que te voy a ayudar a darle un aire nuevo a tu página de fotos en internet”. Yo fruncí el ceño, arrugué la nariz, me salieron unas arruguitas en la cara y me mordí el labio inferior con los dientes para contestarle en voz baja: “Uffff, Mario, qué miedo!”. El movil de Mario es un Nokia de cuatro números y Mario dice haber descubierto uno de los mejores juegos de la historia. El acceso es el siguiente: Desbloqueo (más que nada para olvidarse del tiempo), menú, mensajes: seleccionar. Mensajes de texto: seleccionar. Buzón de entrada: seleccionar. Elegir un mensaje recibido al azar: seleccionar. Leerlo es opcional ya que lo importante es poder acceder a la opción respuesta y seleccionar. En ese instante aparece en pantalla: Sí; No; OK; Gracias; Felicidades; Feliz cumpleaños; Yo también; Besos y abrazos; Lo siento; Siento el retraso. Allí están reflejadas todas las historias con las que Mario puede jugar. Mario me pidió ayer, de camino a mi moto, que le contara un instante feliz. Ahora le envío un SMS: Mario: siento el retraso, de verdad que lo siento, la historia ya la sabes y el instante es ahora, ese ahora que cuando leas ya habrá pasado. Yo también le quiero y le mataría a besos y abrazos pero… entre tanto sí y no con el que me marea no sé si soportaré que el año que viene no me envie infinitas felicidades el día de mi cumpleaños. Ok? Ha quedado claro? Bueno, de todas maneras… muchas gracias por el café de ayer.
Frase del día:
“…y voy a perder la música…y voy a perder las mujeres…”
D.G.
Mario se ha comprado un reloj y un móvil. El reloj es un Casio, cuadrado, metálico, con ese aire de ayer, perfecto para dar un gramo más de modernez a su cuerpo. Es un reloj completísimo: hora, fecha, cronómetro, agenda de teléfonos, alarma y sobretodo water resist. Mario anda obsesionado con el fluir del tiempo, lo rápido que pasa, lo raro que parece, lo que se dilata pero curiosamente hasta ahora no había llevado reloj. Esta semana ha puesto un Casio en su vida y se asusta cada vez que lo mira porque dice que los segundos andan como locos, que no paran ni un momento. Mario dice que el reloj le pesa. También le pesa el móvil nuevo: en la pantalla aparece la hora junto a una llave de bloqueo. El movil le parece pesar un poco menos porque tiene más botones y menús en los que perderse, suenan melodías y puede hacer fotos. Cuando Mario me contó lo de la cámara los párpados de los ojos se le abrieron y una ceja se le levantó más que la otra, dibujó una leve sonrisa y me dijo: “Esther, creo que te voy a ayudar a darle un aire nuevo a tu página de fotos en internet”. Yo fruncí el ceño, arrugué la nariz, me salieron unas arruguitas en la cara y me mordí el labio inferior con los dientes para contestarle en voz baja: “Uffff, Mario, qué miedo!”. El movil de Mario es un Nokia de cuatro números y Mario dice haber descubierto uno de los mejores juegos de la historia. El acceso es el siguiente: Desbloqueo (más que nada para olvidarse del tiempo), menú, mensajes: seleccionar. Mensajes de texto: seleccionar. Buzón de entrada: seleccionar. Elegir un mensaje recibido al azar: seleccionar. Leerlo es opcional ya que lo importante es poder acceder a la opción respuesta y seleccionar. En ese instante aparece en pantalla: Sí; No; OK; Gracias; Felicidades; Feliz cumpleaños; Yo también; Besos y abrazos; Lo siento; Siento el retraso. Allí están reflejadas todas las historias con las que Mario puede jugar. Mario me pidió ayer, de camino a mi moto, que le contara un instante feliz. Ahora le envío un SMS: Mario: siento el retraso, de verdad que lo siento, la historia ya la sabes y el instante es ahora, ese ahora que cuando leas ya habrá pasado. Yo también le quiero y le mataría a besos y abrazos pero… entre tanto sí y no con el que me marea no sé si soportaré que el año que viene no me envie infinitas felicidades el día de mi cumpleaños. Ok? Ha quedado claro? Bueno, de todas maneras… muchas gracias por el café de ayer.
Frase del día:
“…y voy a perder la música…y voy a perder las mujeres…”
D.G.
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