Un ratito en el deslugar (21)

María viaja convertida esta vez en una bolita de plomo líquido. Está a punto de estrellarse en el fondo de un vaso de cristal donde no hay nada. Lo que pasará después…quien sabe. Se está acercando. Es tarde para frenar la velocidad de la caída, para disminuir el efecto del golpe de la matería contra la materia…

…alguien puede afirmar haber oido algo? Yo no y María tampoco. Ser plomo no le permite tener demasiados sentidos y los que tiene se han concentrado en valorar los efectos del golpe, así que no es extraño que no haya oido nada. Tampoco visto, ni olido. En este preciso instante, no antes ni después, nota el frío y suave roce de cientos de bolitas de plomo que la van acariciando. Es María acariciando a María. María, bola de plomo líquido, se ha convertido en veintinueve bolas de líquido plomo.
Pausa para saborear la felicidad de la forma nueva, dispersa, extraña, múltiple y única.
Pausa para jugar a poner nombre a todos los otros.
Pausa para pensar que todos los otros, aunque con diferentes nombres, son todos María.