Un ratito en el deslugar (20)

Un bonsaï muerto descansa su muerte en un tiesto. Es bello, quizá. La bombilla del techo precipita las sombras de las ramas a modo de vómito sobre la pared. Es bello, quizá. Mi poso se extiende sobre la cama a la que todavía no me he habituado. Se me siguen clavando los muelles como pequeñas espadas en la espalda pero nada evitará que esta noche pueda volver a soñar, con lo que sea, me da igual. Esa doble vida que llevo mientras duermo es tan desmesuradamente mía que no estoy dispuesta a que nada me la arrebate, ni los muelles, ni el café, ni todos esos enamoramientos estúpidos en los que caigo constantemente y que me hacen pensar que mañana mi vida ciega y despierta puede ser diferente a la de hoy.