La ciudad sin nombres (12)

"Comieron bollos de canela y bebieron café. Ann sintió hambre de pronto y los bollos eran dulces y estaban calientes. Comió tres, cosa que agradó al pastelero. Luego él empezó a hablar. Le escucharon con atención. Aunque estaban cansados y angustiados, escucharon todo lo que el pastelero tenía que decirles. Asintieron cuando el pastelero les habló de la soledad, de la sensación de duda y de limitación que le había sobrevivido en sus años maduros. Les contó lo que había sido vivir sin hijos durante todos aquellos años. Un día tras otro, con los hornos llenos y vacíos sin cesar. La preparación de banquetes y fisetas. Los glaseados espesos. Las diminutas parejas de novios colocadas en las tartas de boda. Centenares de ellos , no, miles, hasta la fecha. Cumpleaños. Imagínese cuantas velas encendidas. Su trabajo era indispensable. Él era pastelero."

Parece una tontería
Raymond Carver

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Mi padre es pastelero, y lo que más gusta es hacer tartas para los cumpleaños de la familia, es como su aporte al orden y al bienestar de los otros.

Y te cuenta qué lleva, y como la hizo, y te hace tests con la familia para ver que les parece y que puede mejorar...

Su trabajo sigue siendo indispensable para nosotros.

jueves, 17 julio, 2008  

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