Bajo la sombra de una acacia (6)

Os invito a que cerréis la puerta conmigo y pongáis vuestros dos zapatos al lado de los dos míos. Luego nos podemos abrazar y mirar desde el sofá, medio sentados, como los zapatos aguardan callados. Entiendo que es cobarde sólo imaginar mientras soy yo la que inventa sofás en cada esquina, aprieto los dientes, muerdo mis lenguas, cierro la boca y oigo como los ríos se mofan de mi silencio. Antonia va perdiendo zapatos: los deja en las aceras, en las repisas, colgados de los cables de la luz, al lado de la basura. Quizá Antonia también quiere que se sienten un rato con ella y disfruten de su compañía aunque sea medio tonta, medio boba y medio fea. No tengo ni argumentos ni razones que expliquen porqué Antonia y yo vamos perdiendo zapatos si sólo necesitamos que nos abracen.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Por eso mismo los vais perdiendo, porque necesitais que os abracen. Quizás alguien que también va perdiendo los zapatos por el mismo motivo.

lunes, 05 marzo, 2007  
Blogger Glube said...

Ahora mismo me estoy imaginando ciudades inundadas de zapatos...

martes, 06 marzo, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Antonia: Yo tampoco quiero zapatos, prefiero ir descalzo para sentir el suelo. Yo tampoco quiero corazas, prefiero ir descubierto para sentir la brisa. Yo tampoco quiero paredes, prefiero el horizonte como linde...Porque esa es manera de encontrar los abrazos de lo auténtico.

martes, 06 marzo, 2007  
Blogger Glube said...

...y campos llenos de pies descalzos.

martes, 06 marzo, 2007  

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