Bajo la sombra de una acacia (3)
Hay noches en las que todavía busco el sonido de los grillos. Hay días que recuerdo cuatro mil pelícanos rosas chapoteando en un lugar imposible de mirar…y aún buscando, aún recordando…quizá yo no estuve allí. De lo único que estoy segura es que un hipopótamo aplastó mi cerebro y sólo me dejó libre los ojos. Ahora, con estos ojos de ver, no puedo más que intuir como mi corazón muere por seguir palpitando escondido tras los arbustos. De vez en cuando, oigo un susurro que llega desde lejos que me dice que me deje llevar por los latidos y es justo en ese instante cuando, de repente, aparecen en mi habitación cuatro mil pelícanos rosas bailando al son de los grillos
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