Las horas del manubrio (17)

He perdido la costumbre de sujetar un bolígrafo con mi mano derecha y hacerlo deslizar sobre una hoja y aún así, no me siento inútil. Pinto estatuas antiguas de color azul turquesa y cuelgo muñecos amorfos en paredes que me importan más bien poco, y aún así, no me siento inútil. Estoy aprendiendo a balancearme sobre una de las cuatro cuerdas de un violonchelo al que he llamado Heima y todavía no he acabado de decidir si eso es útil o no. Escucho programas de televisión y bailo en mi trabajo. Llega el fin de semana, largo y estupendo, y la puerta de casa sigue cerrada. Recuerdo alguna sensación, un breve impulso de algo parecido a un llanto. Ahora eres un poeta, no porque escribas poesía, si no porque de ti se desprende algo que parece de verdad y… vuelve la sensación en forma de una mancha de sangre que no me atrevo a dibujar. Yo todavía sigo siendo cobarde para escribir. Con el peso de la distancia te diría que era invierno y que escuchábamos a Bach. No lo he vuelto a escuchar hasta ahora y no por nada en particular, supongo que Bach no me interesaba lo más mínimo. Me leíste alguna cosa mientras yo te respondía con historias de estudiantes de cine. Y ahora que los alumnos más aventajados están seleccionados para los oscars y que vuelve a ser invierno y que de nuevo ha llegado Bach, y sigue la puerta cerrada y el ruido, y el papel en blanco y las uñas, como motas, sobre el teclado caminan en forma de araña apaleada, ahora me pareces de verdad: aunque te guste el fútbol. Es muy probable que no recuerdes nada pero sin tú quererlo, formas parte de mi bestiario particular, ese que guardo bajo la cama, junto al cubo de plástico de la ropa sucia. De ti aprendí pocas cosas, por entonces no tenía ni la bella costumbre de coleccionar cepillos de dientes de otros, pero ahora quizá te admiro. Es sólo eso.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hace tiempo que sigo tus escritos y me fascina la elegante belleza, la increíble mezcla a partes iguales de sensibilidad, hondura y fuerza poética de los temas, con la extraordinaria sobriedad y racionalidad del estilo. Prosa poética castellana pura.

Sólo dos cosas me atrevo a lamentar: 1) tu inmerecido anonimato; 2) la eventual exploración de algunos aspectos más "salvajes" de ti misma o de la vida.

Te deseo de corazón el mucho éxito que, en mi opinión, mereces,

Tamariz

miércoles, 19 diciembre, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Bueno bueno, hace años ya que lo creo, mi blog tiene ya más de dos y nunca me cansaré de recordar que existe gracias a tí.Todavía sigo enganchado a cómo escribes sin importarme que hables sobre tu familia, tu pez, las calles o las personas... tu forma de contar, a mí siempre me enganchó.

P.D: Espero tener un huequito para antes de fin de año para enviarte ese mail que te debo :)

viernes, 21 diciembre, 2007  

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